


Una sucesión de imágenes en movimiento para formar el conjunto de un autorretrato vivo. Su función: ser espejo del alma mientras se devora a sí misma. Una búsqueda frenética por descubrirse a través del cuerpo, a través de la experiencia propia y no ajena, un método de verse y detallarse en su más simple presentación y sin prejuicios, respondiendo a la ley de la tripleta íntimo, impulso y necesidad. Se parte de lo material para llegar a lo incorpóreo, el performance nace de unA imposibilidad: devorarse literalmente. Por ello entra en juego la exploración que trasciende este impulso caníbal y lo convierte en un uroboro poético que a medida que transcurre, y siendo dibujado cuadro a cuadro por la misma autora, permite no un proceso de eterno retorno, sino una contemplación total de todos los secretos que uno tiene para sí, un desdoblamiento sin miedo y con la certeza de que al final se estará muy lejos de la verdad, pero al menos un paso más cerca. Una meta utópica en primera instancia pero que se materializa en el proceso de observarse e intervenirse.